Ahora, como ya dije en el post anterior, analizaremos diferentes alternativas posibles para acometer el reajuste de déficit sin que sean las clases bajas las que paguen el grueso de las medidas. Para empezar deberíamos recordar que no fue la clase trabajadora la que, con su trabajo, provocó esta crisis, sino el sector corporativo y bancario los que, con su especulación y mala gestión, la provocaron.
Una vez hechas las matizaciones y la justificación objetiva de por qué no debe ser la clase trabajadora la que pague la crisis, vamos con el “¿Qué hacer? Si de verdad eres socialista”.
Primero propondré medidas de ahorro (reducción de gasto) y después propondré medidas de aumento de ingresos. Desde aquí intentare demostrar cómo se puede ser rojo y, a la vez, cumplir con las restricciones impuestas por los neoliberales como el FMI o el Consejo Europeo.
La reducción de gasto público puede tener dos puntos de vista diferentes. De un lado el gasto publico sirve para asegurar la calidad de vida y el bienestar básico de los ciudadanos, y de otro el gasto público tiene la función del mantenimiento de “las constantes vitales” del aparato. Lógicamente, parece claro que el recorte se debió hacer sobre este segundo elemento y no sobre el aseguramiento de la calidad de vida. Sin embargo, eso es algo que digamos… “choca” con los dictámenes del establishment neoliberal.
¿Cómo reducir gasto público? Principalmente reduciendo donde no haga falta. No necesitamos un destacamento militar en Afganistán. No es nuestra guerra, no la provocamos y no debemos colaborar en que Estados Unidos “limpie” su nombre a costa de la intervención de un selecto elenco de países. Es decir, recortes en Defensa (y no en Fomento). Las carreteras son más necesarias, para el crecimiento económico (que creo que es el objetivo), que las invasiones extranjeras. También podemos recortar gasto público en dádivas y jolgorios “oficiales”. Reducir dietas y gastos de transporte y demás es algo que debería estar en la hoja de ruta de cualquier gobierno con una mínima perspectiva social para la salida de la crisis. Y, por supuesto, no seguir derrochando tan generosamente dinero al sector financiero si no es a través de una banca pública.
Estas medidas son más bien secundarias. Bajo mi punto de vista el objetivo no debería ser tanto reducir como incrementar. Si se necesitan más fondos la economía española puede darlos, simplemente hay que saber dónde buscar.
Es necesario un impuesto sobre el patrimonio; una mayor progresividad y presión del IRPF;, aumentar el sueldo y la plantilla de inspectores de hacienda (justo lo contrario que se propone el gobierno), para así pode controlar el fraude que ronda el 25% del PIB –la cifra, por cierto, da vértigo si se traduce a pesetas o euros –; aumentar la presión fiscal sobre las SICAVs; e instaurar impuestos sobre el ahorro acumulado elevado para invitar a este ahorro a que se traduzca en inversión productiva y así matamos dos pájaros de un tiro: o bien el capital de los ricachos produce, o bien tributa.
No he hecho los cálculos, pero a ojo de buen cubero estimo que este plan (el pack completo de reformas rojeriles) es mucho más efectivo que el de ZP, mucho más social y mucho menos conflictivo. Sin embargo… ¿Quién espera a día de hoy que ZP haga algo rojeril?
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