¿Y esta gente qué pide?

En esta última semana hemos podido ver (y participar) en un movimiento histórico y sin precedentes en la sociedad española: el Movimiento del 15 de Mayo. Especialmente en la madrileña Puerta del Sol, son centenares los ciudadanos y ciudadanas que se agolpan clamando justicia social y una economía puesta al servicio de la ciudadanía y no al contrario pero... ¿cómo se articula esto?

En primer lugar, lo que proponemos es el fin de esta tomadura de pelo que hemos venido a llamar dictadura de los mercados. Es curioso que hace bastantes años un alemán con barba escribía desde Inglaterra refiriéndose al capitalismo prácticamente en los mismos términos; por lo que, quién sabe si esta marea social lo que está pidiendo es el fin de un capitalismo de casino y profundamente financiarizado desde la década de los ochenta. Lo que está claro es el objetivo final: que esto cambie; y por la izquierda. Pero entre tanto, ¿cómo construimos ese cambio?

La primera de las reivindicaciones es la retirada de la reforma laboral -muy beneficiosa para el empresariado español por sus facilidades en materia de despido y de negociación sindical- y de la reforma de pensiones -que viene a se un regalo para los poderes económicos y financieros, para los dictadores-. Unas reivindicaciones muy a corto plazo y que niegan la construcción alternativa. Son medidas, en la práctica, conservadoras. No queremos que esto sea como lo habéis hecho, queremos que sea como era antes.

Pero no todo va a ser conservar; hay que pasar a la ofensiva y el método parece ser la banca pública. También plantea el tema de la banca pública una serie de debates para nada despreciables. ¿Banca pública en competencia? ¿Nacionalización de las Cajas de Ahorro y competencia contra la banca privada? O, simplemente, ¿banca única nacionalizada? Todavía se debate y en muchas de las plazas ya hay constituidas comisiones o grupos de trabajo temáticos que se encargan de este tipo de tareas.

El tema de la banca pública no es baladí. Hemos construido (o deconstruido) un sistema financiero profundamente desregularizado fruto de las dinámicas propias del capitalismo. Los gobiernos del mismo color político pero diferentes siglas se han encargado paulatinamente de ello. Desde la desregulación propiamente dicha (el Partido Popular y los últimos coletazos del felipismo) hasta la desarticulación total de la banca pública (el PSOE de González). Proponer banca pública, es proponer abrir una zanja revolucionaria (sí, tan mal estamos que volver unos años atrás es revolucionario) dentro de un entramado económico que traduce rentabilidad de unos pocos en malestar de una gran masa social.

También se habla mucho de la nacionalización de “las joyas de la corona”. Energéticas, telecomunicaciones, transportes y abastecimiento de agua. Todas ellas, que en muchos momentos fueron públicas, hay que recuperarlas para la mayoría social, para esa ingente cantidad de indignados e indignadas.

En definitiva, parece claro que lo que los indignados están reclamando es algo tan sencillo como volver una especie de keynesianismo clásico. Estamos, como decía antes, tan mal que pedir volver a los años 60 -en todos los países del Norte- es considerado por los medios, e incluso por más de un indignado, como algo revolucionario.

Yo discrepo mucho en ese sentido, pero considero que es un buen paso hacia adelante que estas reformas que se exigen no vengan “dadas” desde arriba, no es un regalo. Es el primer peldaño sobre una escalera que se está construyendo; debemos construir reforma tras reforma las bases de nuestra revolución. La revolución de la mayoría social que tienda hacia el socialismo, porque creo que hoy más que nunca queda patente la consigna “socialismo o barbarie”. Delenda est barbaria.

¿Hacia dónde caminamos?

Ayer escribía en este mismo sitio una pequeña reflexión sobre a dónde va este movimiento de los indignados. Hoy tomo tribuna para proponer hacia dónde ir.

Si este movimiento no comienza a proponer nada concreto (sí, democracia participativa está muy bien pero... ¿cómo?) probablemente muera. Y este movimiento no debe morir; no es un movimiento electoral, hay que seguir cada día a las 20.00 tomando las plazas; 21, 22, 23... hasta la victoria.

Tengo claro que, o se logra alguna victoria medianamente inmediata que mantenga la ilusión y el ánimo del éxito de la mani y de los logros de la resistencia en las plazas (la extensión del movimiento por toda Europa, por ejemplo) o vamos a tener que empezar a decir exactamente qué queremos y luchar por ello como método de motivación para la movilización, porque de lo contrario se corre el riesgo de acampar y sólo acampar.

Bajo mi punto de vista, hay una serie de puntos clave que, en el momento actual, no podemos pasar por alto. Hay, en el corto plazo, que luchar por cuestiones reformistas y comenzar a repensar la posibilidad revolucionario-democrática.

Me explico:

El movimiento tiene que apostar, como reivindicaciones inmediatas, por:

- Impago de deuda pública y privada a los especuladores.
- Reforma del sistema electoral hacia una representación proporcional y que otorgue eficacia en forma de anulación de comicios a los votos en blanco.
- Retirada completa de la reforma de las pensiones
- Retirada completa de la reforma laboral
- Fin de las ayudas públicas a la banca privada y consecución de una banca pública.

De este periodo lo lógico es aglutinar fuerzas en pos de un esfuerzo común, traer la democracia a nuestro país y a Europa. Pero tras las exigencias y el logro de esto debemos seguir caminando. ¿Hacía dónde? Sólo el tiempo y la ciudadanía lo decidirá. Mientras tanto, a construir y crear poder popular. Sólo un movimiento amplio y plural puede devolvernos la democracia, si es que algún día la conocimos.

¿Y ahora, qué?

Estos días estoy apoyando a los compañeros y compañeras que están acampando por media España (o más), y en concreto a las que ayer se establecieron en la Plaza del Carmen granadina.

Antes de eso, a las 20.00 horas, comenzó una Asamblea que se inició con la lectura de un manifiesto y una ronda de enmiendas, cada una en un sentido y con un matiz diferente. Finalmente se impuso la cordura y se decidió no encorsetar el movimiento y mantener el manifiesto genérico y plural que logro que más de cinco mil consciencias libres campasen por la Gran Vía de Granada.

Poco después hubo quien, desde papeles claramente oportunistas, prefirió cortar de raiz el movimiento y apaciguar los ánimos hasta el próximo día 29 de Mayo. Afortunadamente, estos sectores oportunistas tuvieron que dejar de lado sus tácticas y dejar fluir al movimiento.

La conclusión de esa Asamblea de las 20.00 fue acampar en la Plaza del Carmen emulando a los compañeros y compañeras de Madrid. El campamento duró hasta las 3 de la mañana, hora en la que fueron desalojados por la policía.

La resistencia y el ánimo está siendo heróico; se nota que algo está cambiando. Pero exactamente, ¿qué está cambiando?

Es evidente que las movilizaciones sin reivindicaciones claras, pueden desmotivar a la gente y confundir el por qué estamos allí. Bajo mi punto de vista caben una serie de alternativas:

- Pedir el voto para aquellos partidos que defienden y han defendido históricamente otra manera de hacer las cosas, porque de otro modo, ¿cómo hacer llegar las reivindicaciones? ¿Se está planteando acaso un estallido revolucionario que culmine en una nueva transición? Es decir, depositar la confianza en algún partido de los ya existentes (o formar otro) y que estos sean los motores del cambio.

Yo aviso, votaré a Izquierda Unida, pero no confío en que si queremos una revolución como la que parece ser que se está gestando, todo tenga que pasar por las urnas y desvincularnos de la política cambiando unas caras por otras (aunque de programas antagónicos)

- La siguiente alternativa es que se formulen peticiones cortoplacistas, unidas a las reivindicaciones más estructurales. Me explico: pedir la retirada de la reforma laboral, retirada de la reforma de las pensiones, reforma electoral por un sistema más directo y participativo y fin de las ayudas al sector bancario invirtiendo ese dinero en la creación de una banca pública. Por ejemplo.

Son peticiones de hoy para mañana, que no necesitan mucha más acción que la voluntad política. Cosas realizables en el corto plazo. Pero evidentemente sigue surgiendo la duda... ¿en manos de quién dejamos la culminación legislativa de esto? ¿De PSOE y PP? ¿De nadie? Es algo que deberíamos comenzar a plantearnos. ¿Hasta dónde queremos ir?

Yo particularmente propongo, y esta noche si tengo oportunidad lo propondré, que cada ciudad se dote de una comisión permanente que coordine los movimientos, que unifique manifiestos y reivindicaciones y que cree -y perdonadme si peco de iluso- un contrapoder legislativo propio. Hacía allí debemos caminar.

Por eso creo que la pregunta se genera casi espontáneamente, ¿quien va a satisfacer las tan profundas necesidades del movimiento Democracia Real Ya!!!?