Han surgido, vía Twitter, una serie de comentarios enmarcados tras la etiqueta #perezrevertefacts, que vienen a dar una irónica contestación a la actitud que el escritor Pérez Reverte tuvo con el lagrimoso abandono del ex ministro M.A. Moratinos. Decía Pérez Reverte, y lo cito, que “Vi llorar a Moratinos. Ni para irse tuvo huevos.”
A este comentario, sin duda innecesario –pero sin duda, 100% perezrevertiano- le han seguido, como decía, mofas de los usuarios de Twitter, en su mayor parte, ajenos a cualquier toque de originalidad (la mayoría son calcos de los usados para Chuck Norris), aunque no por ello carentes de gracia. Y la cosa no está mal si se queda ahí. Pero también es cierto que a la parroquia le gusta mucho el ponerse digno y sacar las cosas de sitio, mayoritariamente a través del recurso de la parcialidad.
Es parcial recoger de esa frase (la de ni para irse tuvo huevos), connotaciones sexistas y emocionales, en tanto en cuanto se le presupone a Pérez Reverte la discreción para decidir que los hombres, que tienen huevos, no deben llorar, pues el llanto –y así interpreta algún hooligan miope- es solo propio y exclusivo de la mujer. Que no digo yo que las palabras de Pérez Reverte se presten a otra cosa, pero aun así debemos recordar que el Tweet de Pérez Reverte tuvo que venir acompañado de una versión especial para aquellos, y lo cito, “"a los que no saben leer sino con orejeras y ven machistas bajo cada tecla”. Y esa versión venía a decir lo siguiente: “No se es menos hombre (hablamos del ministro Moratinos) por llorar. Nadie habla de eso. Se es un mierda cuando uno demuestra públicamente que no sabe irse. De ministro o de lo que sea. Moratinos adornó su retirada con un lagrimeo inapropiado. A la política y a los ministerios se va llorado de casa. Luego Moratinos, gimoteando en público, se fue como un perfecto mierda”.
No defenderé yo a Pérez Reverte, pues para ciscarse en la madre que nos parió a todos él mismo tiene bastante. Pero sí diré a su favor que es lógico que el que se va de la forma en que se fue, le reproche a otros que no tengan la dignidad suficiente como para irse con la cabeza alta, sabiendo bien que no se van porque haya pasado un ciclo, se van porque su jefe opina que no es lo suficientemente “cool” y mediático. Por eso, adjunto la carta que el señor Pérez Reverte dejó sobre su dimisión en todas las mesas y tablones de anuncios de TVE cuando presentó su dimisión. Y se fue con la cabeza bien alta.
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