Nuestra conciencia, a través sin duda de la actividad de los medios de comunicación de masas, se ha visto reducida al aquí y ahora en lo referente a causas y problemas. Me explico: de lo que pasa nos quedamos con la cascara, lo de fuera, lo artificioso y evidente. Nada mas. Y eso me recuerda a los anuncios de Actimel (creo que era Actimel). Esos en los que salen treinteañeras de buen ver con las casas super modernas, de blanco inmaculado el ambiente y con una familia numerosa - repito, treinteañeras con familia numerosa y una casa estupenda, ver para creer-. Esas treinteañeras tienen una vida extremadamente agetreada: cuatro horas en el coche o metro para ir al trabajo y venir, las pertinentes 8 horas laborales -que inocentes ¿no? solo 8 horas-, llevar a los niños al colegio, traerlos del colegio, las actividades extraescolares, la comida, la plancha, la ropa, cenar con los amigos, discutir con el marido, cambiar las cortinas... todo lo que se puede hacer en 24 horas sin casi descansar. Para contrarrestar esa situacion, en lugar de decirle a la moza "sal a la calle y exige reducción de horas semanales de trabajo; colegios públicos abundantes y cercanos a casa; conciliación real del trabajo y la familia etc..." le dicen, haz lo mismo pero tomate un Actimel que veras como engañas a tu organismo metiéndole un chute de diez mil millones de elecaseiinmunitas y a vivir a todo tren que son dos días.
Esa es nuestra conciencia. No nos preocupamos de donde reside el problema fundamental (evidentemente, la contradicción, no ya capital-trabajo, sino la contradicción capital-vida) sino que nos limitamos a mal vivir para ir tirando y, como dicen los garrulos de mi pueblo "y que no nos falte".
No es trabajo o salud lo que nos tiene que sobrar, sino dignidad. Y que no falte.
Desde Siberia con honor.
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