Acaba de terminar el 5º partido por la final de los Play-Off por el título de la Liga ACB entre el Caja Laboral (antiguo Tau Cerámica y eterno Baskonia) y el Real Madrid. Lo sorprendente del caso es que hayan llegado al 5º partido, porque la verdad es que a mi juicio, al Madrid le bastaban tres partidos, como mucho cuatro, para doblegar al Caja Laboral, o al menos así debería ser en teoría.
Quince fichajes para tener una plantilla de postín, el entrenador mejor pagado de Europa y una historia como la del Madrid solo han servido para irse este año como su hermano del fútbol, en blanco. Ni un solo título de copa, Euroliga o Liga. Ni tan siquiera llegar a la final de la ACB -dónde creo que este año el Barça conseguirá el triplete-. Eso es lo que ha dado el dispendio glorioso de Florentino. Nada. El taco en el baloncesto -y, al parecer en el fútbol- no lo es todo.
Ahí se plantó el Caja Laboral con un banquillo mucho menos profundo, con las rotaciones más ajustadas, con un Dusko Ivanovic que solo sabe jugar al marcaje individual, pero eso sí, con un gran Splitter para ganarle el 5º partido al Real Madrid. El Caja Laboral no es ni la mitad de lo que fue el Tau de Nocioni, Calderón y cia. Ni siquiera es parecido al Tau del año pasado; pero sin embargo ha demostrado que en esto del baloncesto, más vale el coraje que la amalgama de jugadores traídos de diferentes puntas de Europa para hacer bulto en los titulares de prensa. Aquí, en el baloncesto, el dinero es muy importante, pero más lo es el equipo.
Y no es que yo sea un experto en este deporte -ni siquiera en el deporte en general-pero lo que si ha quedado claro (tanto en baloncesto como en fútbol) es que la unión, la colaboración y el compromiso hacen mucho más que las individualidades mágicas y la competencia interna, por mucho que esta esté alimentada por grandes inyecciones de capital. ¿Acaso no es eso, una demostración más de que el modo de hacer las cosas debe cambiar?
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