La "Pinza" fue un invento propagandístico que El País y, por analogía, gran parte de la progresía mediática usó contra esa forma especial de hacer política que Anguita tenia. Una forma especial que daba el miedo de 21 diputados en el Congreso con una ley electoral adversa. Ese miedo fue calando en las profundidades de la progresía porque de seguir así, y sin tener en cuenta la perspectiva del sorpasso, obligaría al PSOE a una política de verdadera izquierda.
Creyendo que, con la "caída" de Anguita, aquella persecución Macarthista acabaría y creyendo que el fantasma de la "Pinza" abandonaría Izquierda Unida de una vez por todas, nos confiamos. Y lo que es peor, nos acobardamos.
La "Pinza" fue un error que no debimos cometer, o eso pueden pensar algunos. A mi juicio la única "Pinza" que no se debe volver a cometer es la de creer en la existencia de una "Pinza". Y es que para sacar la incógnita de la "Pinza" en nuestra ecuación y poder despejarla para saber cual es el valor concreto de "Pinza", debemos hacerlo en función de una sola variable al cubo. Es decir, la "Pinza" solo existe si falla el "Programa, Programa, Programa". Cuando Izquierda Unida se traiciona a sí misma haciendo pactos generales, como en la federación andaluza, con el PSOE, es cuando se esta haciendo "Pinza". Es en ese momento cuando los ideales son pisoteados por la poltrona.
Yo me declaro firme defensor de los acuerdos de izquierdas, y si en Velilla -que lo desconozco- el pacto con el PP hace que Velilla sea de más izquierdas, porque en el programa común así se refleja, bienvenida sea la "Pinza".
Por eso me duele cuando desde mi organización se mira el continente -siempre: PP=Malo PSOE=Bueno-, sin mirar el contenido -Programa-. Que queréis que os diga, yo siempre he sido más de Quevedo.