¿Cómo frenar la crisis alimentaria?

Esa pregunta es la que me ha hecho escupir esta mañana, al leer el titular, toda la leche que quedaba en mi boca. Porque como comprenderán, la pregunta tiene huevos, y no precisamente de gallina.

Casi una sexta parte de la población, en números podríamos estar hablando de unos mil millones de personas (con ojos y boca), pasa hambruna. En el siglo XXI, tras nuestra amada revolución industrial, que tantos avances a dado y tanta tecnología a puesto de nuestro lado, para hacer que el cultivo de tomate crezca tan exponencialmente (junto con su precio) como decrece su sabor, nos llega esta noticia de tan mal gusto.

La solución por parte de los organismos "competentes" no se hace esperar. Si no hay dinero, demos dinero a los bancos; si no hay alimentos, demos dinero para que hagan mas alimentos. Esas soluciones, a priori tan lógicas, tienen su punto flaco en la propia enunciación del problema. Y esa errónea enunciación reside en que sí que hay alimentos suficientes. El problema es, como siempre, de reparto.

Mientras que yo me he permitido el lujo esta mañana de escupir mi vaso de leche matutino, un gran tanto por ciento de la población se hubiese conformado con simplemente beber lo que aun quedaba en mi vaso. Quizá eso no tendría por qué ser así si nunca hubiésemos invadido sus países, si no les hubiesemos dado armas para que se invadiesen y se oprimiesen los unos a los otros, o si no hubiésemos explotado sus valiosos y ricos recursos naturales a un precio prácticamente insignificante. Pero eso ya no tiene marcha atrás y, en lugar de trabajar en reparar los daños estructurales y destinar el dinero a ello, nos contentamos con rellenar una casilla del IRPF confiando en que las ONGs no nos estafen y así poder dormir tranquilos cada noche porque y hemos cumplido con nuestra misión.

Los peces gordos de este planeta tienen tantos intereses en África, Asia y América que, les aseguro, se la sopla si se mueren o no de hambre. Solo les empezara a importar si, además de morirse de hambre exigen derechos y comienzan a tomar conciencia. Por ejemplo, para no irnos siempre a los queridos Nike y Adidas, el grupo PRISA y todos sus acólitos industriales (como Repsol) tienen ingentes intereses en América Latina, unos intereses que confrontan con los intereses del pueblo latinoamericano. Siempre lo han tenido fácil, unos pocos millones por aquí, una buena campaña de marketing, corrupción política asegurada y a explotar los recursos de los países y de sus ciudadanos sin que ello revierta en la misma cuantía para unos y otros. Sin embargo ahora nos encontramos con que hay ciertos políticos que no se dejan sobornar y que no están dispuestos a que sus ciudadanos y sus países sean explotados por extranjeros, y al grito de "patria o muerte" expulsan a todo aquel aprovechado que intente meter la mano donde no debe. Nos encontramos entonces ante un boicot como el que sufre, por ejemplo, Hugo Chávez en la prensa española e internacional.

Esta parrafada, que poco tiene que ver a simple vista con la "crisis alimentaria" viene a decir que no hay crisis de alimentos, sino de reparto. Y que si la crisis esta provocada por alguien no es mas que por los intereses de un puñado de capitalistas sin escrúpulos que se lavan la cara asistiendo a conferencias sobre desnutrición y donando un 0,03% de los beneficios de su megapoderosa empresa que saca un 97% de sus beneficios de ese país al cual después revierte un 0,03%. Y lo mejor de todo es que debemos darle las gracias.

Son asesinos y de la peor calaña. Si algún día tienen la mala suerte de convertirse en uno de ellos sepan que siempre los odiare.

Desde Siberia con honor

2 comentarios:

ceronegativo dijo...

Has dado en el clavo, el problema no es de producción, es de reparto. Hace mucho que hay de sobra para que todos TODOS vivamos con dignidad.

Un saludo camarada.

Solana dijo...

Por supuesto, que el problema es de reparto es mas antiguo que la tos. Lo malo es que miramos para otro lado, y en especial los politicos.

Gracias por el comentario compañero.